La cocina como herramienta educativa

Amistad a través de la cocina
La cocina es nuestro lenguaje y nuestra herramienta de encuentro. Nos permite trabajar la diversidad comenzando por lo que todos tenemos en común. Independientemente de donde venimos o de cuál sea nuestro bagaje cultural, todos hemos crecido alrededor de una mesa y un plato de comida. Es un lenguaje que nos transporta a nuestra infancia, a nuestras emociones más profundas e intensas. Desde ese espacio de emociones comunes podemos descubrirnos, conocernos y enriquecernos mutuamente. En definitiva, la cocina es sobre todo una sabrosa excusa para encontrarnos, quitarnos miedos y aprender a vivir juntos.



Para niños y niñas la cocina aporta nuevas perspectivas. El aprendizaje de la cocina por parte de niños y niñas de 4 a 14 años es de un gran potencial formativo en el aspecto manual, artístico, científico, nutricional y afectivo... y todo ello como un juego. En los talleres desarrollan su creatividad a la vez que se realiza un refuerzo escolar dado que la cocina requiere de cálculos, medidas, comprensión de textos, química, geografía, historia...
Por otra parte, la cocina presenta una importante capacidad formativa. Mediante la cocina se trabaja la paciencia y autocontrol de los niños y niñas (esperar que las cosas salgan del horno es realmente un desafío!), su capacidad de observación y el sentido de trabajo en equipo.

Tomando en cuenta que somos lo que comemos, la alimentación tiene una importancia enorme en nuestras vidas. Y los hábitos alimenticios, buenos o malos, empiezan a formarse en nuestra niñez. Es por esto que es muy importante que los niños tomen conciencia sobre la importancia de una buena alimentación, y esto sólo es posible desde el conocimiento. Viendo los índices alarmantes de obesidad en España, es imprescindible inculcar en los niños y niñas el valor de los alimentos y la necesidad de llevar una dieta sana y equilibrada.

También es importante resaltar el desarrollo del mundo afectivo que la cocina permite desarrollar, en un espacio lúdico y de compañerismo. Los hábitos que se gravan en la infancia permanecen en la memoria de los chicos, dejando huellas imborrables para el resto de sus vidas. La cocina ofrece a los niños y niñas la posibilidad de “viajar” por el mundo para conocerse mejor entre ellos y conocer mejor a sus vecinos. En los talleres participan cocineros y cocineras invitadas de diferentes países y regiones. Ellos explican la historia de los platos, ilustrándolos con experiencias personales, anécdotas e historias y leyendas asociadas a las recetas que los niños preparan en los talleres.

Y por último, y no menos importante, la cocina nos pone en contacto con la naturaleza. Nos hace concientes a todos de la necesidad de tener una relación más armoniosa y sensible con nuestro entorno. En tiempos de calentamiento global, alimentos transgénicos y contaminación galopante, la alimentación nos impone hábitos que debemos respetar. Desde el tratamiento de nuestros deshechos hasta el uso racional de nuestros recursos, pasando por el aprovechamiento de los productos nobles de la tierra.